El Museo de Arte Contemporáneo del siglo 21, Kanazawa

Doce tubos, similares a una tuba, están dispersos por el exterior del edificio. Los tubos están unidos en pares subterráneamente, de modo que cada tubo llevará su voz a un lugar inesperado.

Una secuencia de vidrios de 3 colores(cian, magenta y amarillo) va creando escenas de diferentes colores a medida que el observador se mueve y con los cambios del entorno.

Un sistema de tubos que se proyectan en todas direcciones para que jueguen los niños. Esta obra responde de lleno al singular diseño del museo y sus alrededores.

En este espacio, la luz en perpetuo cambio que penetra desde un orificio cuadrado perforado en el techo lleva al observador a cuestionar la naturaleza de la propia percepción.

Una pared de 13m de largo y 5m de altura cubierta con unos 100 tipos de plantas adecuadas al clima de Kanazawa.

Obra inspirada por las palabras de un criminal que se convirtió en ornitólogo durante su confinamiento en solitario; la figura del hombre levantando hacia el cielo una vara de medir evoca pensamientos sobra la vida, la muerte y la libertad.

Los visitantes situados arriba verán lo que parece una piscina profunda llena de agua. La superficie del agua actúa como interfase entre la gente de arriba y la gente de abajo (dentro de la “piscina”).

En un altar instalado en un aseo se proyecta un vídeo celebrando la circulación sanguínea, las lágrimas, la excreción y otros sistemas de purificación corporal.

Un gran óvalo negro aparece en una pared de hormigón inclinada que se extiende desde el suelo al techo a lo largo de todo el ancho de la galería.